
“Habiak” es su segundo disco, en el que hay dolor soterrado
y pérdidas de rumbo. También miedo a los demás y a uno mismo. La escucha de este disco requiere de asiento y atención. Unas letras muy
buenas llenas de metáforas. El disco se mueve entre lo acústico y lo eléctrico,
con unos bonitos arreglos de cuerda y piano y la voz de Anari que suena a vulnerabilidad . Los coros son una colaboración de Ruper Ordorika. Rock seco para
combatir la sensación de soledad en la ciudad, en agosto, con el sol cayéndose
a cachitos. Se debe de estar bien ahora por Euskadi con un txakoli en las manos,
mirando al Cantábrico, al fresquito…
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