Slint fueron una efímera y muy influyente
banda formada en 1987 en Louisville, Kentucky (en la Norteamérica profunda
donde nunca ocurre nada). Para cuando se empezó a hablar de ellos ya
se habían disuelto. Esto ocurrió en 1992. En 2005 se volvieron a reunir con
motivo de una breve gira que hicieron. Oportunidad perdida, me hubiera
encantado verlos. Slint eran en principio Brian McMahan (voz y guitarra), David
Pajo (guitarra), Ethan Buckler (bajo) y Britt Walford (batería). Buckler abandonó
el grupo en 1990 y fue sustituido por Todd Brashear días antes de la grabación
de “Spiderland”. Slint sólo publicaron dos discos y un Ep pero ejercieron una
fuerte influencia en gran parte del rock alternativo que se hizo en Estados
Unidos en los 90. Ellos eran poseedores de un sonido propio muy característico
que no se parecía en nada a lo que se hacía entonces. Cuando Slint dejó de existir
sus miembros siguieron por otras sendas musicales. Por ejemplo David Pajo
continuó con Tortoise y Britt Walford con The Breeders.
“Spiderland” es el segundo y casi póstumo
disco de Slint. Las sesiones de grabación de este disco fueron bastante
intensas. Brian McMahan tuvo que ser ingresado en un sanatorio mental a la
finalización. El sonido de este disco es envolvente, las atmósferas recreadas
en él muy densas y de evidente carácter introspectivo. Dentro del rock
alternativo de la época esto era otra cosa. Un disco con un tempo especial. Un
disco lleno de misterio y secretismo, un avance ralentizado hacia lo
desconocido con un fuerte poder de fascinación. Un disco perturbador, una
experiencia hipnótica llena de rincones oscuros. Un disco que hay que escuchar
de principio a fin sin interrupciones. Seis canciones mayúsculas que rellenan
este disco de poco más de ½ hora. Steve Albini (Shellac), que fue productor del
primer disco de Slint, habla en una reseña sobre “Spiderland”: “En el mejor de
los casos el rock me vigoriza, cambia mi estado de ánimo, dispara mi
introspección o me envuelve con su sonido. “Spiderland” consigue todas estas
cosas simultáneamente.” La foto de portada de este “tierra de arañas” con sus
creadores con el agua al cuello es de Will Oldham. Este es otro de mis discos
favoritos, de imprescindible escucha. La primera vez que escuché este disco fue como un golpe en la cabeza, me quedé aturdido a la vez que impactado. Pero cuidado, este disco te puede
cambiar el estado de ánimo irremediablemente y más aún a los de espíritu
aprensivo.
Ay, yo sí que los ví en directo, interpretando este disco de cabo a rabo. Y fue toda una experiencia. Los pelos se me erizaron y alguno aún no ha vuelto a su estado original. Grandísima reseña, Rastreador, nadie lo hubiera descrito mejor. Saludos!
ResponderEliminarUn discazo Mary, aunque sea capaz de joderte el día...
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