
“Spiderland” es el segundo y casi póstumo
disco de Slint. Las sesiones de grabación de este disco fueron bastante
intensas. Brian McMahan tuvo que ser ingresado en un sanatorio mental a la
finalización. El sonido de este disco es envolvente, las atmósferas recreadas
en él muy densas y de evidente carácter introspectivo. Dentro del rock
alternativo de la época esto era otra cosa. Un disco con un tempo especial. Un
disco lleno de misterio y secretismo, un avance ralentizado hacia lo
desconocido con un fuerte poder de fascinación. Un disco perturbador, una
experiencia hipnótica llena de rincones oscuros. Un disco que hay que escuchar
de principio a fin sin interrupciones. Seis canciones mayúsculas que rellenan
este disco de poco más de ½ hora. Steve Albini (Shellac), que fue productor del
primer disco de Slint, habla en una reseña sobre “Spiderland”: “En el mejor de
los casos el rock me vigoriza, cambia mi estado de ánimo, dispara mi
introspección o me envuelve con su sonido. “Spiderland” consigue todas estas
cosas simultáneamente.” La foto de portada de este “tierra de arañas” con sus
creadores con el agua al cuello es de Will Oldham. Este es otro de mis discos
favoritos, de imprescindible escucha. La primera vez que escuché este disco fue como un golpe en la cabeza, me quedé aturdido a la vez que impactado. Pero cuidado, este disco te puede
cambiar el estado de ánimo irremediablemente y más aún a los de espíritu
aprensivo.