Sobre Cocosuma no tengo muchos datos. Sólo sé que son un
trío de Paris compuesto por Chab, Michelle y Amanda –ella es londinense-.
También sé por experiencia propia que merece la pena pagar por verlos en directo.
Lo hice el año que sacaron este disco, tocaron en el Monasterio de La Cartuja.
Un concierto muy alegre y muy disfrutable. Aquí fue donde los descubrí y los
hice míos.
Este disco del que hablo es su cuarto trabajo. Amanda, la
vocalista, se incorporó al grupo en este disco. Un disco muy completo lleno de
bonitas melodías acompañadas de la algo infantil y cristalina voz de Amanda. Canciones
muy completas de pop naif con toques psicodélicos en algunas partes y optimismo
a raudales, acorde con mi estado de ánimo actual. En la última pista después de muchos segundos de silencio hay una sorpresa final a modo de nana. Un disco para comenzar el día
sonriendo, incluso para los que las circunstancias dificultan el encontrar la
sonrisa. Dedicado a Cristina de Castellón, que una mañana escuchó este disco en
mi coche mirando al mar después de una noche etílicos e insomnes y le gustó
mucho.
Dominique Ané es un francés nacido en la antigua capital de
la Bretaña francesa, Nantes, aunque reside en Bruselas. Un clásico del rock
europeo, punta de lanza de la nueva canción francesa en los 90. Un gran
compositor y un intérprete magistral, con un enorme poderío escénico. En sus
composiciones rock y minimalismo se dan la mano de una forma muy particular. Su
referente es Jacques Brel, al que llama “el Johnny Cash belga”. Según él la
inspiración la busca en el trabajo de otros, su “alimento espiritual”. El que
cruzara los Pirineos y se diera a conocer en España hay que agradecérselo al
sello sevillano Green Ufos, que empezó a distribuirlo por aquí y que terminó
editando sus trabajos. Con ellos el de Nantes mantiene una relación estrecha.
“Remué” es su quinto trabajo. Un disco de ruptura lleno de
acordes repetitivos y algún elemento trip-hop. También hay espacio para alguna
floritura rock. Inquietud, melancolía y brumas de tristeza provocada por los
recuerdos sobrevuelan este disco. Un disco lleno de dramatismo y tensión.
A mi admirado Dominique A lo he visto en directo muchas
veces y nunca me ha defraudado. Con banda y sin ella conciertazos todos los que
le he visto. Recuerdo el del año pasado en el teatro Lope de Vega
en el que cosechó una muy merecida ovación de varios minutos de todo el público
puesto en pie. Este fin de semana ha actuado en el SouthPop de Isla Cristina,
en Huelva, cerca de la frontera portuguesa, para los afortunados asistentes a este muy especial y sibarita festival. Yo no he estado allí –y será la primera edición
desde sus orígenes que no lo haga- y no por que no quisiera sino porque cuando
intenté reservar habitación en el Barceló (hotel en torno al que gira el festival)
ya no quedaban. Y yo a este festival o voy de señor o no voy. En fin. Dominique
A, un grande con mayúsculas, uno de mis favoritos.
Jane Mallory Birkin es una corredora de fondo, 40 años de
carrera lo avalan. Londinense de nacimiento aunque residente en Francia desde
los años 60. Parte de su infancia la pasó en la isla de Wight en un internado. Actriz
y cantante al igual que su madre, su padre era comandante de marina. Junto a su
segundo marido, el gran Serge Gainsbourg, formó la pareja de moda de la época. Una
relación muy fructífera artísticamente de la que nació Charlotte Gainsbourg,
continuadora de la saga familiar. Con Gainsbourg grabó un disco en el que
aparece la sensual canción -censurada en muchas radios y denunciada por el Vaticano- “Je t´aime… moi non plus” en la que termina
fingiendo (o no) gemir de placer al hacer el amor. El compondría gran parte de sus
canciones incluso después de separarse.
“Lolita Go Home” es su tercer disco en solitario. Con ella
cantando en inglés y francés rodeada de ritmo y teclados, aportando susurros y
sensualidad con su voz quebradiza y frágil. Ninguna de las composiciones o las
letras son suyas –de hecho hasta hace pocos años no se había atrevido a
escribir letras propias-. Un disco tildado de mediocre pero que a mí me hace
buena compañía cuando lo pongo, una compañía de poco más de media hora. Para mí
su valor radica en el dulce encanto que desprende, la foto de la portada con ella esposada ya lo deja intuir. Recomendable para andar por
casa.