domingo, 25 de marzo de 2012

“SCOTT 3” 1969. SCOTT WALKER

Scott Walker es un personaje huidizo y con cierto aire fantasmal, oscuro y amante de la soledad con una manera muy particular de entender la creación poética y musical. Es un crooner del lado menos amable de la vida, poseedor de una privilegiada voz. Nacido Noel Scott Engel, en Hamilton, Ohio (EE.UU.) el 9 de Enero de 1943. Su infancia fue algo itinerante debido al trabajo en la industria petrolera de su padre. Comenzó en la música como bajista de sesión en clubs de Los Angeles. Después llegaron The Walker Brothers (junto con John Maus y Gary Leeds, que nada tenían entre ellos de hermanos) y en 1965 su desembarco en Reino unido, donde saborearon el éxito y la popularidad exacerbada. Scott Walker es un enamorado de la cultura y el cine europeo. En principio él no era el encargado de aportar la voz, hasta que sí lo hizo, mostrando sus grandes dotes al micrófono. Tras la ruptura del grupo –las relaciones entre ellos no eran muy buenas- Scott Walker descubrió a Jacques Brel y le cambio completamente la perspectiva, Brel le sonaba mucho más real que cualquier cosa que él hubiera hecho antes. Grabó cuatro discos en solitario entre 1967 y 1969 –cuatro discos excepcionales todos ellos-, pero el último de ellos “Scott 4” fue un fracaso de ventas –inexplicablemente- y esto le afectó hasta el punto de dejar de escribir canciones. Grabó algún disco más en años posteriores sin material propio pero de forma rutinariamente contractual hasta que en 1978 volvió a escribir para el disco de reencuentro de The Walker Brothers. En 1984 vuelve a publicar un disco en solitario y a partir de aquí Scott Walker saca un disco por  década. Sus dos últimos discos (“Tilt” y “The Drift”) son conceptuales, de difícil escucha –realmente difícil- pero evocadores de sensaciones muy intensas. En ellos plasma su visión del mundo “bellamente infernal” pero rechazando la etiqueta de nihilista. Cuando descubrí a Scott Walker se convirtió en uno de mis favoritos desde el primer momento, fue inmediato. Él es el peldaño más alto al que he logrado llegar en la música popular, creo que por encima de él sólo está la música clásica. Exquisitez auditiva, sin duda.
 
“Scott 3” es el tercero en solitario de Scott Walker. Un disco con aires melancólicos y cargado de bello romanticismo en el que recurre a temas como el desamor, el envejecimiento y el desencanto. La voz de dios griego de Scott Walker es protagonista pero no más que los buenísimos arreglos orquestales que pueblan el disco. Unos arreglos capaces de imprimir tensión prolongando notas en el tiempo y creando unas atmósferas densas y acariciadoras del paladar auditivo. Aquí acude de nuevo al cancionero de Jacques Brel, referente fundamental en su viraje musical como solista. La edición en vinilo es desplegable, poblada en su interior de fotos en color sepia enmarcadas ovalmente y presididas por una del propio Scott Walker sonriente y con su dedo índice hacía arriba en primer término. La portada es de las mejores que he visto –sino la mejor-, con un enorme ojo de maquilladas pestañas en el que aparece un Scott Walker distante y pensativo al otro lado de la pupila. En la contraportada un texto de Keith Altham. Un disco para escuchar tranquilamente, con todos los sentidos puestos en la escucha y deleitarse así con esta obra inmortal con una carga emocional indeleble al paso del tiempo donde hay lugar para la belleza y para la turbación.


Dedicado mi amigo Pitufo, que me ha regalado por mi cumpleaños este precioso disco en vinilo, engrandeciendo mi colección con este clásico imprescindible que es otro de mis discos favoritos.




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viernes, 9 de marzo de 2012

“FOREVER CHANGES” 1967. LOVE

Love fueron un quinteto californiano de Los Angeles. Su formación sufrió cambios constantes hasta su disolución. La columna vertebral del grupo la formaban Arthur Lee (voz, guitarra, teclados, armónica y batería), Brian Maclean (guitarra y voz) y Johnny Echols (guitarra). El bajo paso por manos de Johnny Fleeckenstein -que abandonó al poco- y por las de Ken Forssi. A la batería estuvieron en principio Don Conka y Alan Pfisterer y después Michael Stuart. Love fueron una banda multirracial cuando esto era algo muy poco común en un país en el que la discriminación por cuestiones de raza era patente. Liderados por Arthur Lee –un tipo de compleja personalidad y de carácter poco afable- el reconocimiento no les llegó hasta la disolución del grupo. A ello contribuyó las reticencias de Lee a salir de gira y sus problemas de agorafobia social. Estos chicos eran poco ambiciosos, muy entretenidos siempre en desordenar sus sentidos con multitud de psicotrópicos. A día de hoy aún son unos desconocidos para mucha gente. De hecho últimamente he descubierto que algunos de mis amigos a los que les apasiona la música desconocían su existencia. Pues bien, Love son unos clásicos grandiosos a los que siempre se puede volver porque no defraudan. Y envidio a los que los descubren por primera vez porque la sorpresa es mayúscula. Ellos poseían un sonido y unas maneras que nada tenían que ver con sus contemporáneos.
 
“Forever Changes” es uno de mis discos muy, muy favoritos. Un clásico incontestable en el que cada escucha conlleva algún nuevo descubrimiento en forma de matices o sensaciones. Un disco de rock, de psicodelia, de soul y de reminiscencias étnicas latinas. Las letras están influenciadas por la firme creencia de Arthur Lee de que iba a morir de manera inminente (finalmente esto ocurrió debido a la leucemia en 2006). Fue su tercer disco y la grabación fue accidentada. Neil Young –que iba a realizar labores de coproductor- finalmente se apartó del proyecto. La banda era un desastre que no se tomaba en serio los ensayos. De hecho en las primeras sesiones el otro productor Bruce Botnick contrató a músicos de estudio para suplirles, intentando con esto hacerles reaccionar. Arthur Lee también se puso a los mandos de la producción por primera vez –y siempre ha dicho que fue él el responsable de la producción y de los arreglos-. En los créditos del disco aparece David Angel como arreglista. No fue para nada un disco exitoso en la época de su publicación. El sonido de la grabación es algo turbio, aportando una característica de mucho peso al resultado final. Este es un álbum de raíces acústicas enriquecido con unos preciosos arreglos orquestales que hacen del conjunto algo único, una joya de muchos quilates que cualquier oído, incluso sin ninguna educación previa, es capaz de apreciar. Las melodías y las muchas conversaciones entre instrumentos, los cambios de ritmo rompedores, las atmósferas cambiantes, la armonía y el sosiego por un lado y por otro la actitud frenética y los juegos con las percepciones incluidos en él hacen que ames a este disco desde la primera escucha. Toda una obra de arte, una obra maestra, un disco de culto y una importante influencia para otros músicos incluso a día de hoy.

Este es un disco que vuelvo a escuchar mucho y con el que me he cruzado en sitios dispares últimamente. Me lo he encontrado rebuscando discos en una feria del disco, sonando en un bar que frecuento y también curioseando entre la colección de discos de una buena anfitriona. Discazo dedicado a mí mismo y a mi padre, que cumplimos años hoy.



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